martes, 25 de octubre de 2011

Pero en el aire permanece...

Raramente, hay historias que terminan igual de bonitas que empiezan.
Esta mañana tuve una premoción, fue como una señal del destino, fue como si el universo me hubiese mandado una señal, una respuesta a mis preguntas. Al despedirnos, de repente empezó a llover, empezó a hacer un frío terrible, las hojas empezaron a caer, comprendí que había terminado "mi verano", y con ello, nuestra historia. Y aunque suene triste, no lo es, es precioso, fue intrigante, mágico, como una sinfonía a punto de acabar, como el final de un orgasmo, la explosión de  nuestro propio big bang. Al subirme a ese autobús comprendí que todo había acabado, pero había acabado con un beso en los labios. Y nada que termine con un beso puede ser malo. Ese beso fue nuestro propio "adiós", nuestro "gracias por a ver venido", mi "siempre te llevaré en el corazón". A medida que nos alejábamos sentía que también lo hacían nuestras vidas, nuestros caminos se separaron. Y nadie dijo nunca una sola palabra. No sabría explicar con palabras esa sensación, no existen adjetivos para contarte aquello que acababa de presenciar. No estoy triste, pues me alivia saber que las personas verdaderamente importantes nunca se marcharán de mi corazón. El único sitio donde no pasarás a la historia; el único en el que te sentirás vivo todos los días del año. Sin duda, uno de los capítulos más importantes de mi vida.
 Anoche no pude dormir pensando que habíamos terminado pero he dejado de amargarme porque sé que lo que tuvimos fue real. Si en algún lugar en un futuro lejano nos reencontramos en nuestras nuevas vidas, te sonreiré con alegría y recordaré el verano que pasamos bajos los árboles, aprendiendo uno del otro y creciendo en el amor. El mejor tipo de amor, es aquel que despierta el alma, te trae paz a la mente y te hace aspirar a más, eso es lo tu me has dado y lo que yo he esperado darte siempre.
  
Sin complejos, sin dudas, sin miedo; soy yo.

jueves, 20 de octubre de 2011

The power of happiness

Hoy me desperté sobre una mañana algo gris con los sentimientos a flor de piel, aunque no sea un día con sol, toda mi energía alumbra mi habitación. Esa energía también alumbra mi vida, y puedo decir enredada aún entre mis sábanas, que mi vida es maravillosa, que la fe me alimenta día a día, que el amor mueve montañas, y que como tú no hay nadie.
He decidido dejar la auto-compasión a un lado, y ser más positiva en todo aquello que se pueda. Desde hace alrededor de cuatro meses, después de haber estado en, puede que sea, uno de los golpes más duros de mi, por ahora, corta existencia, TODAS, TODAS, TODAS las mañanas me conciencio de que el día de hoy se me pueden presentar una gran variedad de obtáculos, voy a tener pequeñas pruebas, que resolveré o mal o bien, pero que pase lo que pase no me hundiré, no lloraré si no merece la pena, y solo me enfadare cuando mi autocontrol se balancee, pero sobre todo, valorar primero la situación en la que me estoy desenvolviendo. Es decir, antes de hace ninguna de esas tres cosas Siempre me pregunto ¿Merece la pena?, ¿merece la pena llorar por esas palabras feas que escuchaste? ¿Merece la pena hundirse por no poder tenerlo todo? ¿ y enfadarse con alguien? Porque para mí, generalmente cuando uno está enfadado o triste o hundido, transmite esa energía a las personas con las que se rodea. Y ocurre exactamente lo mismo si es al contrario. A lo que iba, cuando al formularme alguna de esas tres preguntas, aunque sea en solo una, la respuesta es sí, entonces la llevare a cabo. La verdad y es que es cierto, que por el momento ninguna de esas tres preguntas han sido respondidos con dicha respuesta.
Y para finalizar, al anochecer, justo antes de que empiece un nuevo día, hago una valoración de este, pongo en una balanza los momentos buenos que ha tenido y los malos. Si son buenos, perfecto, si son malos... pues también; significa que te has dado cuenta de que hay algo que tienes que cambiar y no hay nada mejor en el mundo que intentar cambiar las cosas que no te gusten. O al menos intentarlo. Para mí, ese es uno de los pasos más agigantados que he dado hacia este camino llamado madurez.     

sábado, 15 de octubre de 2011

Después de hacer cien borradores, de hacerme mil preguntas, dos mil contradicciones, darle un millón de vueltas a la cabeza, solo llego a ... ¿Merece la pena? ¿Y si lo intento y sale mal? o aún peor... y si ni siquiera lo intento? ¿Es suficiente, o no lo es? 

domingo, 9 de octubre de 2011

Nuevas sonrisas.

Algunas personas hacen tu risa un poco más fuerte, tu sonrisa un poco más brillante y tu vida un poco mejor.
Esta mañana publiqué un tweet que decía lo siguiente: "Después de una mañana de reflexiones y preguntas llego a la conclusión de que soy muy afortunada. No preguntes porqué"


Pues si, me gustaría responder a ese porqué. No se que estalla hoy en mi, unas ganas locas de poder abrirme quizás un poco más. La verdad es que siempre he presumido de saber quién soy y cómo soy. Como también creía que no tendría ningún reparo en cambiar lo que menos m/te gustara/gustase de mi. Siempre me define como alguien extrovertido, abierta, sin miedo a decir lo que piensa. Yo creía que no era tan difícil llevar a las palabras los sentimientos que albergaban en mi cabeza. Y ahora me doy cuenta de que, es terriblemente difícil ¿Porque esa maldita frustación a decir más de la cuenta? ¿Porque esa cobardía a esperar respuestas contradictorias? En estos últimos dos meses, me hiciste ver el miedo que le tengo a decir lo que siento. A veces cuando escribo en el blog, me llevo casi tres horas para poner una puta frase que no suene demasiado directa, pero que la entiendas, que la asimiles y que te haga pensar. Y no, al final no consigo nada. Creo que hay veces en la vida, en las que uno se tiene que arriesgar, tiene que alzar la voz y sin temblores decir las cosas de la manera en que son.


Y si, soy muy afortunada por poder contar contigo en noches como esta, en tenerte algunas mañanas a mi lado de la cama, me siento afortunada pro poder decir que soy feliz, y que tu tienes la culpa.