domingo, 27 de noviembre de 2011

Para cada persona que (m)(h)e amado.

Una vez eché de menos... Eché de menos fundirme en esa piel pura y tersa, eché de menos recorrer cada poro de su alma, cada lunar de su espalda, cada trocito de su vida que no fue descubierta. Eché de menos tocar suavemente sus labios con mis dedos , sin llegar a besarlos, simplemente, sentir esa sensación, como si estuvieran a punto de prender la mecha de fuegos artificiales, y al llegar a lo más profundo de él, explotar.
Aquella noche eché de menos, y lloré. Y no fue un llanto normal, no. Lloré de rabia, de impotencia al no tenerle. Y lloré también, por cada beso que anhelaba, por todas esas sonrisas que fueron robadas, por cada caricia en los más hondo de mi piel, por cada mariposa que fue escapando de mi estomago aquel verano del 72, por cada experiencia vivida, por las subidas al mirador en plena madrugada, por esas largas conversaciones acerca del futuro, de viajes, de vida,  por todas esas noches que nos quedamos sin aliento.., y cada beso en el lado oeste de mi mundo.  

Pero también lloré para darles las gracias, por la felicidad tan plena que llegué a alcanzar algunos días de mi vida, por esos te quiero que acallaban cualquier duda que albergara nuestra mente. Sigo brindando a tu salud, nunca dejaré de hacerlo. Y por dar las gracias, solo me cabe regalar palabras. Ellas son una parte fundamental de mi vida, son las que haces que conozcas a mi yo más profundo, son aquellas que me escuchan cuando nadie más quiere hacerlo. Son lo más valioso con lo que puedo obsequiaros, y lo hago, porque no quiero que quede nada por decir, ninguna duda. Esta soy yo, estas son mis palabras, son mi sensación, son las única con la que puedo pedir perdón, con las que puedo perdonar, y te las regalo por lo que siempre fuiste, eres y serás para mí. 

martes, 22 de noviembre de 2011

Crecer, vivir, creer

Atada a unas cuerdas que empiezan a llenarse de sangre, aferrarme a una mano que ya no existe, volver a caer en la misma mierda de siempre, y al anochecer derrumbarme ante el techo de mi imaginación, ante la absurda idea de preguntarme ¿Por qué?
Mi droga es el amor, y yo estaba desintoxicándome, estaba empezando a comprender por qué no podía ser, más bien estaba auto-convenciéndome de que no podías ser tú. Y de repente, vuelves a aparecer para poner mi mundo patas arriba. Qué locura... Nadie puede imaginar por un instante, la manera en que un día me tembló la voz, nadie puede llegar a experimentar este grado de rabia, de impotencia, de decepción ante mí misma, como el que siento yo en este momento. Y es tan frustrante darse cuenta de la realidad, es tan frustrante que aparezcan las respuestas que un día necesité y no estuvieron, y de repente, ¡zas!, regresan cuando me encuentro justo en el medio de una fina cuerda sobre el mas precipitado vacio.

¿Miedo?
Miedo.
No sé cómo encajar esto, no sé qué hacer. Jamás me he encontrado tan perdida como me encuentro esta noche...

¿Sabes? Un día me preguntaste porque había cambiado tanto, porque ya no era la misma, porque me había vuelto como todas las demás. Y te respondí que tenías razón, y me pregunté a mi misma porque lo había hecho. Porque deje de renunciar a mis principiosm, a mis ideas. Pues bien, he encontrado la respuesta.
Creo que tan solo una vez fui de esa clase de personas que se aferran a algo o alguien como salvavidas, creo que tan solo una vez en mi vida (aunque algunas veces haya dicho lo contrario) he apostado todo lo que tenia. Y lo hice porque jamás había estado tan convencida y segura de algo y de alguien como lo había estado yo contigo.
A lo largo de estos meses he creado una relación muy fuerte conmigo misma, he creado unos vínculos especiales con mi alma. He aprendido que significa madurar (no quiere decir que aun lo haya experimentado en su totalidad), estoy aprendiendo a dominar mis sentimientos, a olvidarme de lo que un día nos unió, el porqué fuiste tú y no otro cualquiera. Estoy creando mi filosofía de vida, una nueva relación entre mi mente y mi (co)razón. Si cambiar los errores que cometí en el pasado significa madurar, si, estoy madurando. Si he cambiado tantas cosas creo que es por eso, porque alguna vez fui de esa clase de personas que lloraban regularmente una vez a la semana, que se vestía para los demás y no para sí misma, que conseguía sacar una sonrisa a personas tristes, sin conseguir si quiera una para ella misma. Y si, es cierto que sigo dependiendo mucho de la atención que la gente presta en mi, que necesito del cariño de alguien para poder mantenerme firme y no caer, pero estoy convenciéndome de que hay caminos que se recorren sola, que la paciencia es nuestro mejor amigo y que..., que hemos venido para ser felices, para vivir, para disfrutar, y lo gracioso es que de esa cosa tan simple me he dado cuenta hace tan solo unos meses. Yo antes vivía esperando acontecimientos que se quedaban a la altura de mis rodillas, esperando a personas que no estaban a la altura de mi amor... Y no, yo no quiero volver a ser la de antes, tampoco en este monstruo superficial en el que me estaba convirtiendo... quiero ser, SIMPLEMENTE, lo que el alma me pida en cada momento y sencilla, tal vez, como la vida misma...