lunes, 31 de enero de 2011

Puedo contar contigo para hablar de dolor...

Tan solo para buscarte, recorrería todo el mundo. Navegaría por todos los mares, si en el fondo del mar te hallases. Desearía tocar tu piel en este instante, porque me hace grande el sentirte. El tiempo es solo tiempo, un cúmulo de números que dictan de manera contradictoria el momento de cada cosa, de cada sentimiento, de cada momento, que a veces deberían durar un segundo de más. Desearía volver a apostar uno contra mil. Ojalá esta noche el pasado no hiciera mella en mí, ojalá tuviese tu hombro para volver a respirar tranquila, porque solo tú, conseguías que mi corazón latiera al ritmo que marca el mundo.
El paso del tiempo duele algunas noches, una más en la que decididamente, eché la mirada al suelo, pensado en sueños, en vidas ajenas que me llenarían si fuesen la mía, en vicios… cuando pienso en vicios, pienso en un beso largo y sucio, en una mirada frenética, en un despertar de cielo azul cerúleo.
Me gustaría volver a encontrar esa mirada, adoraría que estuvieses aquí para detener esa lágrima que recorre mis mejillas, diciéndome, hoy cielo, no es tu noche, pero tranquila, estoy aquí. Hace tiempo que el amor no llama a mi puerta, y ¿sabes? lo necesito para sentirme viva. Me gustaría despertarme por las mañanas y sentir que tengo a alguien que ver, que mi vida no es perfecta, pero que consigues que no pierda el equilibrio. Ganas de nadar en un mar de sábanas, como dice esa canción. Quizás solo sea el aire que corta el silencio que se palpa en mi habitación a oscuras o el sentimiento de llegar a ser y quedarse en la almohada, pero esta noche amor, no me siento parte un universo.

miércoles, 19 de enero de 2011

Carta a mi consciencia.

Sonrío, porque sé que estas ahí. Siento cuando me miras, cuando lloro presiento tu alma en mi corazón. Siento la mirada fría, de alguien que ya no pertenece a este mundo, pero que me ayuda y me hace grande. Traspasa la ventana por la que me miras y siéntate enfrente del silencio cruzando las piernas. He de decirte algo: Gracias a ti, hoy soy como soy. Tú me fundiste en tus manos, para darme calor, para que me sienta viva, me regalaste un poco de amor, para purificar mi alma, me diste un beso. Te diré lo que pienso de ti. Para mí, eres como mi consejera, mi segunda sombra y mi tercera dimensión. Eres aquella que acompaña los momentos tristes con preciosas melodías sacada de las hojas de los árboles. Eres como el guerrero que da la vida por su camarada y el corazón que nunca dejará de latir. Tú nunca fallas, tu siempre aciertas, me corriges mis fallos, me propones mis metas, me animas a que cumpla mis sueños, e insiste en que lo lograré. Por otra parte, cuando estoy despistada, me bajas los pies a la tierra, y me riñe si hace falta. Eres la que me contradice, la que me inspira para poder desarrollarme como me persona, la que hace que no pierda la fe, aquella que alimenta mi religión y la que hace que entienda como un funciona un poco más este enloquecido mundo. Gracias a ti, soy como soy. Gracias por estar ahí en el largo camino de mis dieciséis años. Siempre recordaré la primera frase que me dijiste cuando empecé ha hacerme mayor: Haz lo que ames. Sé libre. Búscate hasta encontrarte. Piérdete si lo necesitas.Y quiérete... Si, será para toda la vida.

martes, 4 de enero de 2011

Sentir el deseo del tacto de otra piel.

Una canción bastante triste, una habitación demasiado oscura para quien no ama la soledad, una ventana que no refleja ni el azul del cielo, una niña claustrofóbica encerrada en una galaxia.
Hay días en los que no soporto a nadie, hay mañanas en las que odio que me hablen y otras en las que no quisiera levantarme de la cama. Qué difícil es hablar, que complicado expresarse y desahogarse. Hay días en los que me hundo en unas sencillas lágrimas que no paran de caer, en dos piernas encerradas en el abrazo a uno mismo. Hay días, como hoy, que el tiempo pasa lento, y el silencio gobierna mis segundos. Que miedo al miedo, que complicado es lo difícil, pánico enloquecido una soledad no muy lejana. Qué difícil es no tenerte entre las yemas de mis dedos, que amargura pensar que el pasado caprichoso hace mella en mí en esta noche.
Un, dos, tres y parar por un momento el tiempo, dar marcha atrás a los relojes de la vida, y respirar siendo libres de nuevo. Esta noche las estrellas brillan en el cielo, pero hoy no me siento una de ellas.